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Ago

Evitar infecciones en una consulta dental: protocolos estándar y conceptos clave

Para garantizar la higiene dentro de unas instalaciones odontológicas, es necesario formar debidamente al personal de la consulta y elegir metodologías e instrumentos eficaces que permitan garantizar un elevado grado de protección.

La propagación de infecciones en el estudio

Las infecciones pueden deberse a virus, bacterias y esporas. Todos los procedimientos que se llevan a cabo en un espacio de trabajo odontológico usando elementos manuales generan un aerosol, que a su vez actúa como vehículo (sutil e invisible) para la transmisión de patógenos y residuos orgánicos en cualquier dirección. Así, las manos del personal, las áreas de trabajo y el campo operatorio son zonas con un alto nivel de exposición.

En particular, un aerosol generado por una turbina dental provoca un aumento de la concentración de microorganismos en el aire de en torno al 2.200 %. Un aerosol generado por una cureta ultrasónica provoca un aumento de la concentración de microorganismos en el aire de en torno al 3.000 %. El aerosol permite a los microorganismos recircular y, como resultado, el ambiente puede permanecer en estado infeccioso durante largos periodos de tiempo.

Todas las partículas de un diámetro comprendido entre 0,5 y 50 micras que se dejen expuestas al aire tras toses, estornudos y tratamientos quedarán suspendidas en el aire durante al menos 24 horas y se considerarán como aerosol. Pueden clasificarse también según su diámetro:

  • 10-50 micras: si permanecen en la nariz y las vías respiratorias superiores
  • 5-10 micras: pueden alcanzar la faringe y la tráquea
  • 0,5-5 micras: pueden llegar a los bronquiolos y a los alveolos pulmonares

Las piedras angulares de la prevención

Debido a la elevada concentración de fuentes de infecciones potenciales dentro de una consulta dental, constituye una buena norma respetar estos tres puntos clave:

  1. Tratar a cada paciente como una fuente de infección en potencia, tanto por el bien del propio paciente como por el de los pacientes posteriores y el personal de la consulta. Hay que prestar particular atención a la historia clínica, pero no bajar tampoco la guardia en caso de anamnesis negativa;
  2. Utilizar todos los sistemas de protección que procedan;
  3. Seguir protocolos precisos, estandarizados y repetibles para la descontaminación y desinfección de la consulta.

Este último punto en particular depende de la elección de un agente desinfectante adecuado para su uso dentro de la propia consulta.

Cómo elegir el desinfectante

Dicha elección es una tarea delicada y fundamental para garantizar a los pacientes, al personal (clínico, extraclínico o auxiliar) y al propio odontólogo la máxima protección contra el riego de infecciones cruzadas. El primer requisito para elegir correctamente es conocer la diferencia entre los tres conceptos siguientes:

  • Limpieza – eliminación mecánica de material orgánico del equipo dental y de las superficies;
  • Descontaminación – proceso que permite eliminar (matar o desactivar) todos los microrganismos salvo las esporas;
  • Esterilización – proceso que elimina todos los microorganismos, incluidas las esporas.

La misión de los productos de desinfección es cumplimentar de manera eficaz las tareas de limpieza y descontaminación (ver puntos 1 y 2).


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