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Impacto de la COVID-19 en la profesión odontológica: prevención y datos de propagación de la pandemia en las clínicas dentales

La propagación del virus SARS-CoV-2 por todo el mundo ha provocado una emergencia sanitaria de alcance global, hasta el punto de que, el 11 de marzo de 2020, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró el estado de pandemia[1].

El estudio del patógeno de la COVID-19 ha evidenciado que la transmisión del virus entre seres humanos se produce sobre todo por gotitas de saliva o estornudos, o bien por contacto directo de material infectado con las mucosas bucales, nasales u oculares[2,3]. Dada la presencia de SARS-CoV-2 en los fluidos corporales (saliva/sangre), otra de las fuentes principales de infección ha sido el contacto indirecto con superficies o instrumentos contaminados[4,5]. El ámbito odontológico ha sido un lugar de alto riesgo de transmisión debido a lo específico de los procedimientos que se llevan a cabo en él.

Dado que los tratamientos odontológicos se llevan a cabo directamente sobre la cavidad bucal del paciente, el personal de las clínicas dentales se expone a un elevado riesgo de infección[6]. Además, la transmisión por vía aérea se considera particularmente importante dado que habitualmente, en la práctica clínica, se utilizan diferentes instrumentos como escaladores ultrasónicos, jeringas y piezas de mano de alta velocidad que generan aerosoles durante su funcionamiento. Además, un estudio ha evidenciado que el virus de la COVID-19 puede seguir vivo en los aerosoles incluso tras 3 horas en suspensión[7].

Restricciones e indicaciones operativas para dentistas

En la primavera del 2020, estas circunstancias dieron lugar a diferentes restricciones en la práctica odontológica con el fin de reducir los riesgos de infección. Se pospusieron las citas no urgentes y los odontólogos se vieron obligados a trabajar, con todas las precauciones, solo en aquellos casos que no pudieran demorarse y en los que retrasar el tratamiento habría supuesto consecuencias serias para el paciente[8].

En un primer momento, no hubo directrices específicas, pero los odontólogos procuraron evita la propagación del virus en sus clínicas, actuando solo en los casos urgentes, haciendo un primer cribado telefónico de síntomas de COVID-19 e informándoles del protocolo de acceso para tratamientos ambulatorios, siempre con cita previa y con obligación de llevar mascarilla y desinfectase las manos[9]. También en esa misma línea, se intentó limitar el número de pacientes en la consulta y garantizar siempre que fuera posible un distanciamiento suficiente entre las personas presentes en las salas de espera. En estas, además, se retiraron revistas e instrumentos no necesarios cuya correcta desinfección resultara imposible o muy difícil[10,11].

Tras esa primera fase, que duró de marzo a mayo de 2020, se hicieron públicas en Italia las indicaciones operativas para actividades odontológicas durante la fase 2 de la pandemia de la COVID-19[12]. En dicho documento, se indicaron claramente los procedimientos clínicos de referencia relativos a normas mínimas de seguridad que las clínicas dentales debían aplicar para minimizar los riesgos de transmisión. Se aclaró que se consideraba a todos los pacientes como posibles fuentes de contagio y, por tanto, era muy importante no aplicar niveles inferiores a los indicados, ya que ello afectaría a las garantías de seguridad tanto para los pacientes como para los profesionales[12].

Una nueva forma de trabajar

Y efectivamente, los odontólogos reanudaron sus actividades clínicas adaptándose a una nueva forma de trabajar. Se confió en el uso de las mascarillas FFP2 y FFP3 para los procedimientos que presentaran riesgo de generar aerosoles y se reforzaron los ya rígidos protocolos de higiene, desinfección y saneamiento existentes en las consultas. Se reorganizaron los espacios de trabajo de acuerdo con una lógica estrictamente centrada en la facilidad de desinfección y esterilización de los instrumentos y se dio prioridad a los productos de un solo uso frente a los instrumentos reutilizables previa esterilización.

Los resultados de todo este esfuerzo resultaron evidentes de inmediato: tras 8 meses de pandemia, según un informe español que comparó la tasa de incidencia de infecciones de COVID-19 entre el personal sanitario, el riesgo para el personal odontológico resultó ser mucho menor que el del resto de profesionales de la salud (sobre todo, el personal médico y de enfermería)[13]. Se trata sin duda de un dato tranquilizador y, al mismo tiempo, muy importante, ya que la profesión odontológica estaba clasificada como una de las de mayor riesgo en lo referente a la COVID-19. Los resultados de dicho análisis quizá se expliquen en parte por el hecho de que los odontólogos, durante los últimos años, venían implementando ya protocolos de protección frente a los pacientes, sobre todo contra otros virus (como el VIH) reforzando la esterilización, el lavado de manos y el uso rutinario de EPI. Es muy probable que estas acciones por sí solas permitieran a los dentistas tratar a los pacientes con un buen nivel de seguridad[13].

Además, otro estudio publicado por BMC Health Services Research demostró que los protocolos empleados por los higienistas en las clínicas dentales resultan eficaces a la hora de limitar la propagación de la COVID-19, tanto para los pacientes como para el personal de la clínica[14]. Los resultados de esta investigación demostraron también que los higienistas dentales italianos modificaron sus hábitos laborales en función del riesgo profesional derivado de la pandemia, que estaban preparados para afrontar el riesgo de infección de SARS-CoV-2 y que las medidas adoptadas resultaron eficaces para evitar el contagio[14].

Estos datos confirman lo ya indicado en el informe INAIL publicado el 21 de octubre y basado en las estadísticas a 30 de septiembre de 2020; en él se afirma que «no se registraron casos de COVID-19 entre las personas dependientes de las clínicas dentales»[15]. También refirió hallazgos similares la Asociación Dental Americana, que, tras un estudio realizado entre una amplia población de profesionales norteamericanos, confirmó que el número de contagios en el sector odontológico fue inferior al 1 %[16].

Conclusiones

Estas cifras nos llevan a considerar las consultas y clínicas dentales como lugares sumamente seguros en los que los procedimientos de prevención de los riesgos de contagio (desinfección, esterilización, saneamiento, etc.) se han respetado escrupulosamente y las visitas se han llevado a cabo con la máxima seguridad tanto para los pacientes como para los profesionales. Sin duda, la pandemia ha reforzado la vocación preventiva de la profesión odontológica, que actualmente día es una referencia para otros campos de la profesión médica[15,17].


Bibliografía

[1] Coronaviridae Study Group of the International Committee on Taxonomy of Viruses. The species Severe acute respiratory syndrome-related coronavirus: classifying 2019-nCoV and naming it SARS-CoV-2. Nat Microbiol 2020;5:536–44. https://doi.org/10.1038/s41564-020-0695-z.

[2] Ge H, Wang X, Yuan X, Xiao G, Wang C, Deng T, et al. The epidemiology and clinical information about COVID-19. Eur J Clin Microbiol Infect Dis 2020;39:1011–9. https://doi.org/10.1007/s10096-020-03874-z.

[3] Peng X, Xu X, Li Y, Cheng L, Zhou X, Ren B. Transmission routes of 2019-nCoV and controls in dental practice. Int J Oral Sci 2020;12:9. https://doi.org/10.1038/s41368-020-0075-9.

[4] Laheij AMGA, Kistler JO, Belibasakis GN, Välimaa H, de Soet JJ, European Oral Microbiology Workshop (EOMW) 2011. Healthcare-associated viral and bacterial infections in dentistry. Journal of Oral Microbiology 2012;4:17659. https://doi.org/10.3402/jom.v4i0.17659.

[5] Azzi L, Carcano G, Gianfagna F, Grossi P, Gasperina DD, Genoni A, et al. Saliva is a reliable tool to detect SARS-CoV-2. Journal of Infection 2020;81:e45–50. https://doi.org/10.1016/j.jinf.2020.04.005.

[6] Checchi V, Bellini P, Bencivenni D, Consolo U. COVID-19 Dentistry-Related Aspects: A Literature Overview. International Dental Journal 2021;71:21–6. https://doi.org/10.1111/idj.12601.

[7] van Doremalen N, Bushmaker T, Morris DH, Holbrook MG, Gamble A, Williamson BN, et al. Aerosol and Surface Stability of SARS-CoV-2 as Compared with SARS-CoV-1. N Engl J Med 2020;382:1564–7. https://doi.org/10.1056/NEJMc2004973.

[8] https://www.odmeo.re.it/wp-content/uploads/2020/03/COMUNICATO-ANDICAO.pdf n.d. n.d.

[9] Ayyed AB. Dental Practice Infection Control Measurements: Coronavirus Disease (COVID-19) Outbreaks. Int J Clin Pediatr Dent 2020;13:279–83. https://doi.org/10.5005/jp-journals-10005-1770.

[10] Odeh ND, Babkair H, Abu-Hammad S, Borzangy S, Abu-Hammad A, Abu-Hammad O. COVID-19: Present and Future Challenges for Dental Practice. Int J Environ Res Public Health 2020;17:E3151. https://doi.org/10.3390/ijerph17093151.

[11] Banakar M, Bagheri Lankarani K, Jafarpour D, Moayedi S, Banakar MH, MohammadSadeghi A. COVID-19 transmission risk and protective protocols in dentistry: a systematic review. BMC Oral Health 2020;20:275. https://doi.org/10.1186/s12903-020-01270-9.

[12] https://www.salute.gov.it/imgs/C_17_pubblicazioni_2917_allegato.pdf n.d.

[13] https://consejodentistas.es/pdf/coronavirus/ANALISIS_RIESGO_Y_PREVALENCIA_COVID_EN_PERSONAL_SANITARIO.pdf n.d.

[14] Bontà G, Campus G, Cagetti MG. COVID-19 pandemic and dental hygienists in Italy: a questionnaire survey. BMC Health Serv Res 2020;20:994. https://doi.org/10.1186/s12913-020-05842-x.

[15] http://www.quotidianosanita.it/lavoro-e-professioni/articolo.php?articolo_id=89346 n.d.

[16] Estrich CG, Mikkelsen M, Morrissey R, Geisinger ML, Ioannidou E, Vujicic M, et al. Estimating COVID-19 prevalence and infection control practices among US dentists. The Journal of the American Dental Association 2020;151:815–24. https://doi.org/10.1016/j.adaj.2020.09.005.

[17] https://www.andi.it/report-inail-31-agosto-2020-nessuna-denuncia-per-covid-19-tra-le-aso/ n.d.


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