En los últimos años, en el ámbito de las prótesis fijas sobre diente natural, hemos asistido a un cambio en las perspectivas de empleo de las prótesis provisionales. Este paso ha dejado de ser una fase clínica transitoria y constituye ahora un momento en el que es posible realizar ajustes para mejorar la preparación, la funcionalidad (p. ej., comprobando la oclusión) y el resultado estético del producto final.
Entre las funciones principales está la de reacondicionar los tejidos blandos para garantizar un óptimo ajuste marginal y adecuar la conexión con la encía.
Por los motivos citados, el odontólogo debe tener a su disposición todos los medios necesarios para rebasar rápidamente (varias veces, si así procede) la prótesis provisional que se lleva directamente al sillón. Desde un punto de vista puramente técnico, la ventaja de evitar un paso por el laboratorio no es solo por una cuestión de tiempo, sino también porque aporta certeza sobre la forma y la estabilidad dimensional del producto.
Resinas autopolimerizables y fotopolimerizables
Las resinas más empleadas habitualmente son las acrílicas autopolimerizables. Hoy en día existen diversos tipos, incluidas algunas fotopolimerizables. En el primer caso, las problemáticas principales (sobrecalentamiento, adhesión excesiva al muñón) suelen evitarse aplicando glicerina u otro aislante.
Huelga decir que estas complicaciones no se presentan cuando se utilizan sistemas fotopolimerizables, que tienen propiedades fluidas o viscoelásticas antes de la polimerización, bajos niveles de irritación térmica y, hoy en día, generan menos monómero libre.
Químicamente, las resinas acrílicas que se comercializan como kit bicomponente están hechas con un polvo que es una mezcla de polímeros en forma incompleta (MMA o EMA) con un iniciador peroxídico y un pigmento, y un líquido que siempre será metacrilato, pero en forma monomérica con una molécula de reticulación. Existen también formulaciones de este tipo en pasta.
Estos mismos componentes están presentes también en las resinas fotopolimerizables, que además contienen un fotoiniciador, es decir, una molécula (la más básica se conoce como canforoquinona) que permiten transferir la energía luminosa para realizar la polimerización.
Un componente que solo está presente en las resinas autopolimerizables son los aceleradores químicamente activados (por ejemplo, N, N-dimetil p-toluidina). Por tanto, un producto certificado como auto-fotopolimerizable contendrá tanto un fotoiniciador como un acelerador químico. Cuando más pastoso sea el material, mayor será su contenido de sílice.
En realidad, de la fórmula depende una serie de características mecánicas (dureza, resistencia a la tracción, resistencia transversal y contracción de polimerización), pero sin olvidar otros aspectos como la biocompatibilidad y la estabilidad cromática. El laboratorio analizará las características mecánicas mediante pruebas específicas, muchas de las cuales siguen indicaciones de entidades independientes como, por ejemplo, la Academy of Dental Materials (ADM).
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